EL PODER DEL HALAGO

Dr. Renny Yagosesky

La vida humana es un proceso constante de relaciones que tiene su base en la comunicación. De lo que decimos, a quién se lo decimos, cuándo, cómo, dónde y cómo lo decimos, depende el éxito o el fracaso en el proceso de integrarse, ser aceptado, ganar colaboración e influir en quienes nos rodean.

Prácticas habituales que dan sentido a la vida social como el matrimonio, la crianza de los hijos, la convivencia vecinal y el trabajo cotidiano, resultarían imposibles sin una comunicación adecuada o aceptable.

De las numerosas capacidades que se requieren  para esa buena convivencia, es posible destacar al halago como una de las más deseables o recomendadas, para iniciar y consolidar vínculos interpersonales positivos.

El término halagar, proviene del árabe halaq, que significa “tratar con suavidad”. Lo defino como: “conducta social de vinculación interpersonal, mediante la cual se expresa de manera explícita el reconocimiento y agrado por una cualidad, una conducta o una manera de hacer algo. Es la exaltación de lo que se considera positivo”.

El halago o elogio como también se le denomina, tiene un efecto poderoso en las relaciones. Con frecuencia, los halagados manifiestan sentirse gratificadas y estimulados por esa forma de reconocimiento. Desde el punto de vista de la autoestima, el halago contribuye a que la persona se conozca mejor, y se acepte y se valore mucho más.  Tal y como lo describe el filósofo griego Jenofonte: “La alabanza es el más dulce de los sonidos”.

Considero que la capacidad de halagar es una de las “habilidades sociales” más importantes, debido a que capta la atención, despierta el interés, aproxima a las personas en torno a gustos comunes, y tiende a ser percibido como un deseo de vinculación, o como una manifestación de cortesía o afecto.

Desde el punto de vista psicológico, la psicología conductista ha probado con gran eficacia que los comportamientos premiados, tienden a repetirse, por lo que halagar es también una manera de invitar a los demás a conservar o repetir la conducta halagada.

No todo lo relativo al halago es positivo. Muchas personas usan el halago como un mecanismo de manipulación, y expresan falsos reconocimientos con la única intención de obtener ciertos beneficios egoístas preconcebidos. En estos casos más que halagar adulan, para crear compromisos con lo que dan, para luego “cobrar” ese regalo solicitando lo que realmente les interesa.

El halago debe ser más una demostración de admiración, que un recurso utilitario. El riesgo del falso halago es que al descubrirse la intención oculta, suelen producirse daños irreparables en los vínculos.

El halago llega con el poder y la fama. Muchos famosos y poderosos se ven rodeados por la presencia de halagadores astutos, por lo que deben aprender a distinguir a los seguidores de los interesados.

En el ámbito de la pareja, el halago se convierte en una poderosa estrategia de seducción que tiene efectos probados. La persona emocionada por el halago tiende a tornarse más sumisa y complaciente. De hecho, está científicamente probado, (Teoría asociativa de Bower), que el estado de ánimo tiende a producir un filtro mental que nos hace pensar de manera alineada con la emoción que experimentamos. Así, cuando una persona se siente emocionalmente bien, sus pensamientos se hacen positivos y queda restringida la posibilidad de que perciba trampas, defectos o riesgos.

Un dato importante de considerar sobre el halago y la pareja, es la queja mayoritariamente femenina, según la cual cuando la relación se consolida, la frecuencia y calidad de halagos que reciben de sus parejas masculinas, disminuye.

En el proceso educativo, padres, maestros y líderes, tienen el deber de halagar aquellas conductas que deseen incrementar, para que hijos, alumnos y seguidores reconozcan lo que en cada contexto se considera loable y deseable.

Como vemos, el halago es un recurso poderoso que permite expresar aprecio y admiración, que favorece la vinculación, pero que puede ser utilizado como estrategia de manipulación utilitaria. Reconozca sinceramente en los demás sus conductas nobles, amorosas y humanas y estará contribuyendo con un grano de arena en la formación de un mundo mejor. Gracias por leerme.

Renny Yagosesky
Ph.D. y MSc. en Psicología, Conferencista, Escritor

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