EL CAMINO HACIA LA PAZ

Dr. Renny Yagosesky

Suponemos desde la razón, que todo humano inteligente quiere y busca la paz como forma de vida. Sin embargo, contrariamente a esta idea, vemos manifestaciones de conflictividad, anarquía y caos, estados diferentes y distantes a la paz. ¿Qué hacer para reconocer y recorrer “El camino hacia la paz? Siga leyendo

Como regla general se acepta que la paz es, en lo subjetivo, un estado interior caracterizado por cogniciones, actitudes y conductas orientadas a generar tranquilidad, sosiego, reposo, serenidad, concordia o armonía; un punto en la psiquis que posibilita mejor salud, menor sufrimiento y mayor  longevidad. Asimismo, en relación con el entrono, decimos que están en paz aquellos que se son capaces de operar mediante acuerdos, normas o leyes aspectos que favorece la convivencia y un cierto equilibrio dinámico entre los derechos y deberes de los involucrados. De lo contrario, al faltarse al cumplimiento de esta premisa, el resultado es anarquía, caos, agresividad, violencia.

Basta con ver las noticias o salir a la calle, para descubrir que lo distantes que estamos de vivir una vida cotidiana alegre, relajada y apacible, pues existen numerosos factores que limitan la construcción de esa realidad. La exacerbación publicitaria del deseo, la intensa competitividad individual y empresarial, el afán de poder y el incremento del consumismo, nos mantienen en una carrera deshumanizada que llena de inquietud e incertidumbre nuestros días y de ansiedad nuestras noches. Esto contrasta con la moderación y la humildad necesarias, para acceder a una vida más armónica y significativa.

Ante tanto egocentrismo y tanto sufrimiento, cabe preguntarse si hay algo realista que pueda hacerse para mejorar la calidad de nuestras vidas.

Podemos comenzar por aceptar que por lo pronto la batalla tenemos perdida, y que la paz es un reto de grandes proporciones que para ser rebasado, demanda esfuerzos notables.

Las estadísticas dan cuenta de la cruda realidad:

– En los últimos 3.000 años tuvimos cerca de 15.000 guerras y 3.640 millones de muertos.
– Cada año, casi 5 millones de seres son compradas, vendidas o transportadas a la fuerza.
– Se calcula que 500 millones de armas de asalto circulan en el mundo hoy en día.
– 1000 personas mueren diariamente por efecto del uso de armas cortas.
– Sólo en USA Existen cerca de 250 millones de armas de fuego de posesión legal.
– La industria de armas mueve 900 mil millones de dólares cada año.
– Por cada dólar de la ONU para misiones de paz, el mundo invierte 2 mil en guerra.
– El costo de un avión de guerra permitiría crear 40 mil consultorios médicos.
– El costo de un tanque de guerra equivale al costo de crear 600 aulas de clase.
– Para fines militares, los gobiernos invierten en armas, 30 veces más que en educación.
– Cinco millones y medio  de niños padecen hambre en el mundo.
– Con los 2.000 millones de $ de un submarino nuclear se reforestaría la Tierra.
– Los gastos de guerra de una semana podrían resolver el hambre mundial por un año.
– Cada 2 segundos muere de hambre algún niño.

Para superar esta estadística nefasta, es menester superar el estilo de pensamiento dicotómico y perverso de “este es mi amigo y aquel mi enemigo”, mapa mental claramente  separatista, que nos impulsa a la enemistad y el enfrentamiento. Asimismo, se requiere superar la tendencia de dominación y poder sobre los demás, que tanto parece fascinar a las personas y  que ha sido suficientemente probada por la Psicología.

Se hace indispensable abrirse a una forma de convivencia más empática y hermanada, en la cual tengamos pensamientos de paz, conversaciones de paz, creemos ambientes de paz  y ejecutemos acciones de paz. Eso nos ayudaría  a sustituir las conductas insensibles y egoístas. Se trata de cambiar esquemas, paradigmas de dominación para dar cabida a otros de integración.

No habrá paz mientras el “yoísmo” prevalezca como pauta organizadora de la conducta y las relaciones. Cómo mejor nuestra vida si nos pasamos el tiempo separando, criticando, dividiendo, y evitando la reflexión, la tolerancia, la compasión y el respeto.

Se requiere aprender a reenfocar la atención hacia lo bueno de los demás, hacia la belleza del mundo y de los seres. El reto de la familia, la escuela, los medios masivos y la empresa, consiste en contribuir a crear formas de relación más humanizadas y menos primitivas y cambiar envidia por aceptación, avaricia por generosidad, resentimiento por perdón, juicio por comprensión, indiferencia por compasión, incomunicación por comunicación, amiguismo por mérito, irrespeto por respeto, dominación por negociación ,  violencia por benevolencia, odio por amor y muerte por vida.

Creo, como Buda, que todos nuestros actos derivan de nuestra mente, por lo que el trabajo de cambio comienza allí, en ese espacio inmaterial donde residen  valores, criterios, creencias y objetivos. Debe entenderse que «cada cabeza es un mundo», que no todos podemos pensar, sentir o actuar de la misma manera; que existen leones y jirafas, delfines y tiburones, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos; que lo que para unos es “bueno” para otros puede ser “malo” o simplemente indiferente; que hay leyes imperfectas y que nos falta evolución.

Cuando dos machos de la especie Cobra Rey pelean, se empujan con los cuerpos hasta que una doblega a la otra. No se muerden, aún sabiendo ambas por instinto y experiencia, que tienen el poder de aniquilar al contrario. ¿Cómo pueden estas bestias que se arrastran tener más sentido común y honor que nosotros «seres superiores»?

Sembremos  nuestra semilla, elijamos la paz, y recordemos las palabras de los sabios y los antecesores: Benito Juárez decía: «El respeto al derecho ajeno, es la paz»;  Gandhi señaló:   “ No hay camino para la paz;  la paz es el camino». Son los pensamientos de paz, las  palabras se paz y las acciones de paz, el verdadero  camino ecológico de transformación y salvación, obligado para seguidores y líderes   que aspiren arribar a las cumbre del éxito y la felicidad. La paz no es un regalo, es una conquista superior, producto de vivir en el amor y desde la consciencia. Gracias por leerme.

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