EL ARTE DE LA CONVERSACIÓN

Desde que la evolución nos permitió adquirir el lenguaje articulado y las asociaciones de palabras y significados, interactuamos a diario por medio de la conversación. Conversamos para obtener o dar información, expresarnos, motivar, entretener, convencer o persuadir.

Aunque charlar con otros puede parecer algo sencillo e intrascendente, tiene en realidad tremendas complejidades. Debe decirse que hablar nos da la posibilidad de comunicarnos pero no la garantiza, pues saber hablar no significa saber comunicarse.

A juzgar por las estadísticas de divorcios, rupturas comerciales y violencia creciente, pareciera, más bien, que son pocos los que conducen sus conversaciones de manera lo suficientemente adecuada, que les permita evitar, reducir o suprimir la tendencia creciente a la conflictividad.

De acuerdo con su objetivo, defino dos tipos de conversación: una que denomino catártica y otra que denomino pragmática. En la conversación catártica, la meta del hablante es divertirse, distraerse, relajarse. Aquí, se busca entablar un diálogo ligero sin predisposiciones temáticas, para compartir y sentirse bien emocionalmente.

La conversación pragmática se centra en los resultados; busca obtener un resultado previsto, distinto a la mera distracción. Por eso, se busca conducir al interlocutor a pensar, sentir o hacer algo que estimamos positivo para ambos. Por esta razón, se requiere atender y cuidar cada detalle que pueda afectar el resultado deseado. Debe advertirse que pragmática no significa en este contexto que carezca de valores o que justifique cualquier método disponible. Sólo implica que va en busca de resultados concretos, aunque considera la sensibilidad, valores y metas de los demás.

El éxito de cada uno de estos tipos de conversación puede obtenerse, siguiendo algunas reglas básicas de eficacia comprobada. Lo primero por hacer es definir el tipo de conversación que deseamos desarrollar: catártica o pragmática. Luego, procede desplegar las estrategias que faciliten el logro del objetivo de relajación o de consecución de oro tipo de metas.

En una buena conversación catártica las indicaciones a seguir son las siguientes:

  • Exprésese y permite al otro expresarse libremente.
  • Escuche de manera relajada.
  • Evite discutir y competir.
  • Evite tratar temas complejos.
  • Sea conciliador y evite tener razón.
  • Se relaje, ría y disfrute.
  • Aproveche para conocer mejor a su interlocutor.

La idea es que los finales de estos encuentros sean relajantes.

En el segundo caso las cosas cambian, pues existen objetivos preestablecidos. Debido a que todo lo que se diga tiene importancia, se espera que usted:

  • Reconozca el valor de la imagen y los roles.
  • Sea cuidadoso al elegir momento y lugar.
  • Valore el tiempo dedicado al conversación.
  • Obtenga información
  • Elija adecuadamente su lenguaje.
  • Escuche más y hable menos.
  • Sea moderado y domine sus emociones.
  • Esté atento a las necesidades comunicacionales del otro.
  • Se muestre racional y negociador.
  • Sepa dar «feed back» adecuado y oportuno.
  • Se concentre en el tema sin dispersarse.
  • Sea cortes y respetuoso.
  • Respetar las opiniones distintas.
  • Tenga sutileza al expresar sus opiniones.

Los malos conversadores, por su parte, se distraen, no da feed back, cambian bruscamente el tema, son demasiado directos, se muestra impacientes y nervioso, o arrogantes e impositivos, toman los diálogos como batallas personales por lo que intentan «ganar» la conversación, acusan o culpan, rechazan o ignoran las opiniones contrarias, hablan mucho y escuchan poco, y en general,  muestran mucha inconsciencia y poca cortesía respeto por los otros y sus ideas.

Si desea usted tener éxito en sus conversaciones, utilice estas premisas de manera inteligente, sin dejar de prevenir que el tipo de persona, los objetivos y el contexto de conversación varían y deberá hacer los ajustes necesarios dependiendo de cada caso. Y si desea saber si es un buen conversador, pida la opinión sincera de algunos amigos.

En conclusión, un buen conversador tiene se da cuenta de lo que hace y de lo que sucede en sus conversaciones, permite que su interlocutor  exprese con amplitud sus ideas y sentimientos. Un buen conversador, es amado por muchos y lleva en sí mismo, la semilla de un líder. Un mal conversador resulta frustrante y desagradable, y cierra su círculo de amigos y negocios, debido a su ignorancia e consciencia comunicacional. Gracias por leerme.

Renny Yagosesky es Ph.D y MSc. en Psicología, Conferencista y Escritor.
Nota: Si va a citar parcial o totalmente este artículo, recuerde incluir el autor y la fuente.

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