ACEPTAR LO INEVITABLE

Nuestra naturaleza egocéntrica, enfocada en producirnos satisfacción y congruencia interna, suele hacernos creer que podemos lograr muchas metas y que todo lo bueno puede sucedernos.

Aunque ese optimismo tiene mucho de positivo, no todo está bajo nuestra influencia o control, por lo que para vivir bien se requiere un toque de realismo que nos brinde una mejor perspectiva: la perspectiva de la aceptación, en especial de lo que es inevitable.

Decía Buda que nadie se salva de la vejez, de la enfermedad ni de la muerte. Yo digo que tampoco nos salvamos de equivocarnos, de ser rechazados  y de decepcionarnos.

Es un hecho cierto, que vamos a tropezar muchas veces con resultados indeseados e inesperados. Ante esto, no veo mejor respuesta que la aceptación. Entendiendo aquí por aceptación el reconocimiento de los hechos tal y como son.

La inaceptación nos conduce a engañarnos o a vivir en rebeldía, en eso que el conferencista y escritor espiritualista Eckhart Tolle ha denominado «la batalla del ego contra el mundo».

Digamos que hay circunstancias que nos rebasan  y que no podemos evitar o frenar. Quizás solo necesitamos asumir con cierta humildad, la existencia de fuerzas biológicas y sociales más grandes que nuestra voluntad individual. Pensemos en ejemplos como: un hijo con vicios, un tsunami o un gobernante inepto. Solo podemos aceptar mientras no sea posible influir.

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