Dr. Renny Yagosesky
Cada día de nuestras vidas, debemos decidir entre enfocarnos en la gratitud o darle prioridad al descontento y a la queja. Mientras que unos parecen ser más dados a privilegiare aquello que les falta, lo que nos les está funcionado o los eventos que les resultan adversos, otros tienen el ojo mental puesto en lo bueno que les ha ocurrido, en lo bueno que les ocurre en el presente y en lo bueno que les podría ocurrir. Una visión claramente positiva.
Parece que la mayoría de las personas, suele ver con mayor facilidad, los fracasos, carencias y agravios, lo cual deja poco espacio para pensar de manera agradecida. Es una extraña lógica de corte miserable, que parece pervivir en casi todos nosotros desde las cavernas, con algunas excepciones conocidas en civilizaciones antiguas, y otras actuales, como los pigmeos, que creen en el amor y en el respeto grupales.
Agradecer es reconocer los aspectos favorables que hay en nuestra vida, es el contacto con lo agradable, lo satisfactorio, lo placentero e incluso con lo que pudo ser malo y por fortuna no lo fue.
Cada mañana, cuando suena el despertador, y abrimos los ojos por la mañana, podemos darnos cuenta de que estamos vivos, tal vez podemos ver, caminar, hablar, abrazar, tener seres queridos cerca, comer y reír. Tal vez tenemos agua para lavarnos, un automóvil y un trabajo, vecinos amables o mascotas. Tal vez tengamos manos, ahorros, sueños por lograr y un corazón que late cerca de 3 mil millones de veces a lo largo de nuestra vida. El asunto aquí, es que muchos no disfrutan de tantos privilegios. ¿No es acaso algo para agradecer?
Hace poco más de un año, un amigo que sobrevivió milagrosamente al efecto de un disparo que le perforó varios órganos vitales, se quejaba de la falta bondad de Dios, por un asunto laboral que le f fue desfavorable. Durante un Taller de Comunicación y Relaciones que dicté hace ya algunos años, uno de los participantes se quejaba de que sus tres hijos eran un desastre y que por eso no le provocaba abrazarlos al llegar a casa. Me permití recordarle que cada día mueren de hambre en el mundo unos 40 mil niños, mientras los suyos permanecían vivos.
Muchos padres se quejan del llanto de sus hijos, pero no agradecen el tener un hijo y el poder oír ese llanto que sólo es petición de atención y amor. Criticamos aquello que nos incomoda o disgusta, pero obviamos toda la magia que nos rodea
Para Sai Baba, místico indio ya fallecido, «yo» «mi» y «mío», son las palabras que debemos reducir de nuestro vocabulario, pues nos impiden descubrir nuestros mayores poderes, emanados de la Divinidad. Para él, todo lo que tenemos, hacemos y somos proviene de Dios y nada del hombre. También nos señala: «Con tu lengua puedes decir que no hay tal Dios, pero tu aliento al entrar y al salir, deja bien claro que Él existe».
Louise Hay, autora de libros como «Usted puede sanar su vida», «El poder está dentro de ti» y «Vivir», entre otros, asegura que agradece hechos como: amanecer con vida, el agua con la cual se baña, los alimentos que come, las personas con quienes se encuentra, los problemas que le aparecen en el camino, su salud, las enfermedades que ha tenido, y todo aquello que reciba o le acontezca, por bueno o malo que pueda parecer. Para ella agradecer es la base de la humildad y la clave del vínculo con el Infinito.
Cuando bebas agua, recuerda la fuente, dice un proverbio chino. El agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien. Para Francisco de Quevedo: “El agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien.” Y para Cicerón: “La gratitud es la madre de todas las virtudes.”
Es necesario aprender el arte de agradecer, aprender a ver el lado positivo de la vida y dedicarnos a halagar el poder creador que nos sostiene. No hacerlo sería inconsciencia, ignorancia y/o soberbia.
Nuestro «ego» nos empuja a mostrar lo «grandes», «buenos» y «sabios» que somos, pero nos impide decir un simple «gracias» con devoción humilde. Agradecer aumenta lo que se agradece. Basta con leer en la Biblia, la «parábola de los talentos» y entender que el que más agradece, más merece
* Renny Yagosesky es PhD en Psicología y Neurociencias, Conferencista y Escritor