Aunque nos encantan las historias con finales felices, no todo en la vida ocurre como en las telenovelas. En ocasiones, muchas personas se ven aquejadas por momentos críticos, que los retas y demandan de ellos sus mejores fuerzas. Estos episodios tienden a generar preocupaciones y ansiedades y quedamos entre dos aguas: evadir o asumir el reto.
Estos episodios intensos, generalmente inesperados e indeseados, pueden sacarnos de balance y estremecer nuestras convicciones. En situaciones así, la recomendación que corresponde es: ten coraje.
Tener coraje significa, mostrar valentía, asumir las situaciones con pensamientos de confianza y fe, y avanzar a pesar de las incomodidades, hasta llegar a la orilla, lograr la meta, aprender lo que las crisis vienen a enseñarnos.
En la opinión de Francesco Alberoni, el solo hecho de vivir quiere decir merecerse la vida, pues no es precisamente sencillo afrontar durante décadas los requerimientos de tener que ganarse el sustento, estudiar, sobrevivir a enfermedades, enemigos y eventos inesperados. “Hay que aprender a sobrevivir y a crear éxito – dice Alberoni, y afirma que vivir bien requiere valentía coraje, y la capacidad de descubrir para qué servimos, encontrar los ambientes más adecuados para expresar nuestros talentos y dedicar tiempo y energía a avanzar y realizarnos.
Para eso es necesario desafiar el temor a fracasar y a resultar dañado. Bolívar, el Libertador decía que «el arte de vencer se aprende en las derrotas.» Y no hay mejor manera de aprender que actuando. No puede llegar quien no intenta, quien no inicia. Así lo expresaba Eugene Ware:»Todos los triunfos nacen cuando nos atrevemos a comenzar.»
A veces albergamos la esperanza de que nos ayuden, y podemos pasar años en esa espera generalmente decepcionante. Los exitosos no esperan por otros, actúan apoyados en sus convicciones e ilusiones. Se mantienen libres y detestan parecer mendigos. Hay que contar con las propias fuerzas caminar, como decía Perls, “con nuestros propios pies”.
El facilismo, la flojera, el orgullo o el miedo, pueden mantenernos en la pasividad, en la resignación y en la pobreza. La idea de que lo que queremos es difícil, opera como freno, pero no hace falta que las cosas sean fáciles, sino que sean posibles. Decía Séneca: «No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero en realidad, son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas.». Acción, es una de las palabras más maravillosas de la historia humana.
Nos toca responder como adultos y convertirnos en lo mejor que podemos ser y pasar por encima de las dudas, debilidades, fracasos y decepciones para poder vivir como lo deseamos.
Muchas veces justificamos nuestra rendición con eventos pasados. Consideramos que si algo salió mal ya no vale la pena intentarlo. Y aunque la idea de fallar nuevamente puede ser aterradora para los que escuchan la voz del miedo, no hay otro camino que la audacia, atreverse, saltar, empujar.
Cada uno sabe que puede ir más allá, contribuir y mejorar más. Todos tenemos algo de dioses y de héroes, pero solo se puede aprender a nadar, nadando, es decir: entrando al agua, respirando y moviendo los brazos.
De manera que se requiere valentía, esa valentía que muestra el niño que nunca ha caminado y se lanza para después de caerse una y otra vez, aprender finalmente a caminar.
Todos tienen una página por escribir en la historia de este mundo, pero pocos se dedican seriamente a escribir la suya. Salgamos, pues afuera hay un mundo lleno de aventuras y experiencias muy valiosas. Asomemos el rostro, cantemos con el corazón la canción de la vida, vayamos tras un nuevo sabor. Para eso, pon en marcha la valentía, la fuerza, la determinación.
Pensemos que perder una batalla no significa perder la guerra, que cada veneno tiene su antídoto, cada noche su día y cada problema su solución. Movimiento, coraje, optimismo, y saldrás adelante en este experimento continuado que llamamos vida. Gracias por leerme.
El Dr. Renny Yagosesky es Ph.D en Psicología, Conferencista y Escritor Twitter e Instagram: @doctorrenny
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