LOS BUSCADORES DE DEFECTOS

Dr. Renny Yagosesky

Uno de los hábitos más desagradables y negativos y frecuentes en muchas personas, es la búsqueda de defectos ajenos. Parecen complacerse en hurgar para encontrar e incluso hasta inventar supuestas fallas, errores o pecados, en personas que no son de su agrado.

Está claro que todos nos equivocamos. Nadie duda ni discute esa realidad. Sin embargo, pudiendo valorar los aciertos, las cualidades,dones, virtudes o talentos en otros, genera suspicacia el énfasis que se pone en hurgar o hacer foco en lo que nos desagrrada, en lo que desconocemos o en lo que no compartimos. Al hacerlo, dejamos de lado el disfrute y el aprendizaje que vienen con los aspectos más favorables de cada vínculo.

No se trata de ignorar lo que está mal, de ser tolerantes con lo mediocre o de favorecer la impunidad. No. Se trata de entender la premisa más relevante que nos ha enseñado la llamada Psicología de la Conducta: «toda conducta que es premiada, tiende a repetirse».

En la comunciación no solo cuenta lo que se dice, sino cómo se dice. De manera que podemos mencionar o comentar algo que nos parece inadecuado, y enfocarlo como una sugerencia respetuosa, en lugar de generar críticas humillantes personalizadas y destructivas, como se suele ver a diario en las redes sociales.

Parece onvio que algunas personas funcionan de manera predispuesta y arrogane. Están listas para atacar y buscan afanosamente sobre quien verter su furia. Y esto no es más que un mecanismo psicológico de proyección de las propias frustraciones. Bien lo dijo Walter Riso: algunos se sienten tan frustrados, que ya no buscan quién se las hizo sino quién se las pague». Tiene mucho que ver en esto la crianza, la historia personal y, por supuesto, las circunstancias exigentes que tanta gente tiene dificultad en afrontar.

Lo cierto es que es alto el número de individuos que dedica su energía, atención y tiempo a ver el lado gris de su entorno; a encontrar algo criticable en sus semejantes; a buscar lo que sea reprochable en otros, antes que en sí mismos, quizás con la intención oculta de sentirse superiores, como sugería el destacado psiquiatra italiano Roberto Assagioli

Quienes tienen este terrible hábito, suelen ser personas que han perdido contacto con la magia de la vida y tienen dificultad para ver el lado brillante de las situaciones y no son muy dados a sonreír, relajarse y disfrutar. Prefieren la critica y la burla, la etiqueta y el sarcasmo, el sesgo fanatizado y la descalificación mordaz. Viven, como diría Rubén Blades » repartiendo puño y bofetada”. Su especialidad es hacer que los demás se incomoden, que se sientan mal, atemorizados, culpables, incompletos o inadaptados. Creen que suman, pero en realidad restan.

Podemos reconocerlos porque quieren imponer sus criterios y señalar defectos. son los cultores del: «qué gordo estás», «¿y tú no te has casado?», «no deberías estar con esa persona», «yo pensé que ya te habías graduado», etc. Los hay moderados y están otros bastante perturbados, en el borde de la patología.

Tal vez la mayor ironía es que no se trata de personaas ejemplares, sino bastante defectuosas, que viven con la pistola de la insidia apuntando hacia la vida ajena. Para ellos, cualquiera que tenga éxito es sospechoso, ignorante, raro, ridículo o algo peor. Son resistentes a halagar, agradecer o felicitar.

Nos toca entender y además enseñar respeto por las diferencias, por otras visiones de la realidad y del mundo. Debe asumirse que los conceptos, reacciones y metas de otras personas, pueden ser opuestas a las nuestras, y eso no nos faculta para incomodarlas o atacarlas.

El juego de «yo bueno y tu malo» o «yo inocente y tu culpable», carece de ingenuidad. No nos convirtamos en detectores de faltas ajenas, en árbitros de la conducta externa. Es iandecuado y además crea conflictos que podemos evitarnos.

Si deseamos mejorar nuestra vida, comencemos por dejar de decirle a los demás que son insuficientes o incapaces. Todos somos defectuosos y también perfectibles. También es cierto que hay figuras públicas cuyas conductas están lejos de lo esperado y que existe el derecho a opinar. Pero no todo debe ser criticado y no dejemos de tener presente que la mejor predica es el ejemplo.

Si vamos a decir algo, no olvidemos antes destacar lo positivo, lo meritorio, pues todos creemos que lo estamos haciendo bien. No disfracemos nuestro afán de controlar a los demás, con la «careta» de moralistas y correctores. No escondamos las garras afiladas tras frases hechas como: «había que decirlo» o » es por tu bien». Lo cortés no quieta lo valiente y al final todos viven presos de su karma.

Y como dijo alguien dijo alguna vez: la sentencia más justa suele ser la menos dura. Un poco de respeto y moderación, no va a dañar el mundo. Gracias por leerme.

El Dr. Renny Yagosesky es PhD en Psicología Cognitiva, Conferencista Internacional y Escritor de libros de Superación Personal

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