En las últimas décadas la meditación, práctica milenaria en culturas místicas como la china, la japonesa y la hindú, ha cobrado cierto auge en este lado del mundo. No hay místico que se respete que no aconseje la práctica meditativa para restaurar la salud, conocernos, e incluso acceder al mundo espiritual. ¿Cuáles son los beneficios reales de la meditación?
La forma de vida que la mayoría de los humanos tenemos en estos días es tensa y vertiginosa. Es fácil percibir en la gente estrés, ansiedad y preocupación. No muchos podrían ostentar como cualidades hoy en día la paciencia, la armonía o el autocontrol. Muy por el contrario, el número de individuos desajustados, disfuncionales o perturbados por la incapacidad de abordad de manera efectiva los retos que les impone al vida.
Curiosamente, en otras latitudes millones de personas han encontrado una fórmula de funcionamiento que parece permitirles vivir más sanos y morir más viejos, gracias al hecho de haber podido alcanzar un estado de equilibrio que para nosotros es sólo un anhelo o una utopía. Una de las armas de quienes han conquistado en buena medida el control de sus mentes, es la meditación, que desde hace décadas viene siendo percibida como un camino para mejorar la calidad de la vida.
Meditar es una práctica en la cual nos disponemos física y mentalmente para alcanzar, a través de la relajación profunda, un estado de paz interior que permite aprender a controlar y silenciar nuestra mente consciente, la cual actúa como un bullicioso aparato de radio. Un estudioso del tema, Louis Proto ha escrito en su libro «Aprende a meditar», que esta antigua y hasta sagrada práctica, nos permite contactarnos con aspectos de nuestro mundo subjetivo o subconsciente, de los que generalmente conocemos poco o nada.
Para el autor, la meditación nos ayuda a obtener una perspectiva de nosotros y del entorno, diferente a la que hemos adquirido por vía tradicional, pues abre un camino para que podamos descubrir que nuestros pensamientos son una cosa y que eso que llamamos realidad es otra. Dice Pronto: «mucho de lo que creemos válido y sobre lo que no abrigamos duda, es en realidad parte de las invenciones de nuestra mente que nos engaña sin que podamos advertirlo».
Aunque existen diversas maneras de meditar que incluyen cantos devocionales, repetición de palabras y frases especiales (mantras) así como práctica de ciertas danzas, la fórma tradicional de meditar consiste en sentarse en un lugar cómodo y tranquilo, respirando lenta y profundamente, sin hacer nada más y sin dedicarse a pensar. Podemos iniciar concentrándonos en la llama de una vela, en nuestra respiración o en los ruidos del ambiente (siempre que no juzguemos nada sobre ellos o interpretemos lo que ocurre) tratando de dejarlos pasar como si no estuvieran allí.
Los bondades de la meditación son tantas, que suele resultar increíble a la mayoría de los iniciados que algo tan aparentemente sencillo pueda producir efectos tan poderosos y abundantes. Entre sus beneficios físicos, se sabe que: disminuye el estrés, reduce las enfermedades psicosomáticas, fortalece el sistema inmunológico, retrasa el proceso de envejecimiento, favorece la recuperación del asma bronquial, reduce la probabilidad de ataques cardíacos y ayuda a controlar el dolor.
En lo psicológico produce calma, claridad mental y sentido de integración de la personalidad. Además, favorece la autoconfianza, disminuye las preocupaciones, mejora la capacidad de concentración, la memoria, el aprendizaje y la creatividad. Incluso, incrementa la tolerancia y la paciencia, y reduce las tendencias adictivas al cigarrillo, café, alcohol y otras sustancias. Asimismo, incorpora una visión más productiva del placer y la diversión, y promueve un mayor rendimiento laboral.
Mientras que para algunas personas la meditación es apenas una técnica terapéutica que ayuda a relajarse y mitigar dolencias, ha estado asociada desde hace mucho con el mundo espiritual. El místico Indio, Sathya Sai Baba, señala: «Para sobreponerse al dolor, uno debe meditar y cantar los nombres de Dios. Sin la meditación no es posible gobernar la mente. Por lo tanto, la meditación es esencial para sumergir a la mente en la Conciencia Suprema.
Es importante no confundir la meditación con la visualización, ya que la visualización induce a la mente hacia un objetivo específico a través de una secuencia de imágenes, básicamente visuales o auditivas, mientras que la meditación pretende apartarnos de la costumbre de analizar, hacer, pensar y verbalizar, para llevarnos a un estado de autocontrol mental y paz interna.
La meditación reduce el pensamiento impulsivo y automático y contribuye a lograr que la mente responda consciente y voluntariamente y no por reflejo o instinto. La visualización tiene un objetivo concreto; la meditación es el método y el fin en sí mismo. Sólo se busca experimentar y cada experiencia es diferente para cada persona.
Debe entenderse que este es un tema complejo que se relaciona con lo físico, lo psicológico, lo energético y lo espiritual, por lo que se recomienda que el lector investigue con mayor interés y seriedad, o acuda a talleres de enseñanza básica o avanzada a fin de que obtenga el mayor beneficio de esta sencilla y poderosa práctica que ha llegado a ser vista incluso como el gran aporte de las culturas místicas a nuestro maltrecho mundo tecnológico y mercantilizado. Gracias por leerme.
Renny Yagosesky
es PhD en Psicología, Conferencista Internacional y Escritor de Libros de Superación Personal y Psicología Aplicada.
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