LAS INTERPRETACIONES LIMITADORAS

Dr. Renny Yagosesky

Los seres humanos somos seres de significados. Permanentemente, nos dedicamos a interpretar, opinar o valorar las situaciones o experiencias, pues tenemos la necesidad de otorgar sentido al mundo y de comprender nuestro papel en los eventos cotidianos, para poder adaptarnos de manera eficaz.

La interpretación es en esencia, un proceso subjetivo, interno, mediante el cual asignamos significados a los estímulos (acción, situación, persona o cosa), para comprenderlos y definir si afectan o no nuestras necesidades, valores /o metas.

Con frecuencia juzgamos las experiencias como buenas, malas, adecuadas, inadecuadas, ofensivas, inofensivas, amistosas o inamistosas. Estas interpretaciones, sin embargo, no reflejan de manera fiel el modo como las cosas son, sino, más bien nuestra particular manera de verlas, que suele cambiar, por cierto, con el paso del tiempo.

La costumbre de confundir los pensamientos con los hechos, es una practica humana muy común aunque bastatne negativa, pues los pensamientos ocurren en la mente, mientras que los hechos ocurren en la vida. Una gran diferencia ¿cierto?

Aunque muchas de las interpretaciones que hacemos se basan en evidencias, la mayoría de ellas se apoyan solo en deseos, suposiciones y maneras distorsionadas de procesar la información disponible. Es así como se crean los malentendidos y como generamos nuestros sufrimientos y conflictos.

Gordon Allport, un destacado investigador, señaló que cada individuo tiene su propio  “estilo cognitivo”, es decir un rasgo  o tendencia personal de interpretar la realidad. Puede hablarse de estilos cognitivos positivos, (tendencia a interpretar positivamente las situaciones) o estilos cognitivos negativos (tendencia a interpretar negativamente las situaciones). También puede hablarse de estilos coincidentes (la persona percibe más lo que coincide con sus esquemas mentales) o divergentes (la persona percibe menos lo que difiere de sus esquemas mentales). Estas tendencias se convierten en pautas que llegan a operar de manera automática, sin que la propia persona se percate de que está funcionando desde un estereotipo mental o esquema, que a su vez termina por condicionar su manera de sentirse y de comportarse.

Algunos visionarios investigadores de la conducta, han estudiado este tema, y han ofrecido clasificaciones que nos dan una idea bastante clara acerca de estas tendencias y cómo superarlas. Aaron Beck, Albert Ellis, y Bander y Grinder, entre otros, realizaron propuestas sobre los errores interpretativos más frecuentes. Sea que se le denomine “distorsiones cognitivas”, “creencias irracionales” o “errores mentales”, lo cierto es que resultan limitantes para nuestro bienestar y desempeño eficaz. Las interpretaciones limitantes que se consideran más comunes, son:

  • Abstracción selectiva: La persona tiende a percibir o captar únicamente los datos o aspectos de la situación, que es congruente con sus prejuicios y estado de ánimo, e ignorar otros aspectos de la situación que están presentes y a la vista. (Ella es mala persona)
  • Pensamiento polarizado: La persona tiende a ver la situación en “blanco y negro” e ignora los aspectos intermedios. Ve todo como muy malo o muy bueno (O estás conmigo o estás contra mí)
  • Sobregeneralización: La persona tiende a sacar conclusiones generales tomando como base un hecho particular, generalmente interpretado como negativo. (Si me fue infiel, lo será siempre)
  • Inferencia arbitraria: Tendencia a sacar conclusiones sin considerar la evidencia externa.
  • Catastrofismo: La persona tiende a ver las situaciones con pesimismo, como portadoras de potenciales desgracias para su vida o sus intereses,
  • Maximización: La persona tiende a exagerar la importancia o la frecuencia de una situación. (La gente del signo de libra es la mejor de todas)
  • Minimización: La persona tiende a devaluar la importancia o la frecuencia de ciertos hechos positivos. (No existen políticos honestos)
  • Personalización: La persona tiende a ver los hechos como si fueran dirigidos hacia ella, incluso en su contra, aunque no tenga evidencia que respalde esa creencia.
  • Razonamiento emocional: La persona tiende a valorar sus emociones como prueba de verdad, como si ellas fueran un hecho, y no como resultado de las interpretaciones particulares.
  • Etiquetamiento: La persona tiende a producir juicios globales o etiquetas, en vez de describir la conducta que se muestra ante sus ojos. (Soy un pobre idiota)
  • Adivinación del futuro: La persona tiende a adelantarse en el tiempo y especular lo que ocurrirá. (Me irá mal en esa cita de trabajo)
  • que no reflejan la realidad dinámica de las personas o situaciones. (Ella es una mala persona).
  • Falsa relación causa-efecto: La persona tiende a pensar que aspectos que son relacionados, tienen una relación de estímulo y respuesta, ignorando que lo correlativo no siempre es causal. (No me llamo, eso es porque no me quiere)
  • Falacia de control: La persona tiende a pensar que es impotente y no controla nada, o que es omnipotente y lo controla todo. (Yo puedo cambiar este país)
  • Falacia de cambio: la persona tiende a suponer que su felicidad depende de los actos de los demás, es decir, que otros satisfagan sus necesidades y que una persona cambiará si se la presiona lo suficiente con culpas, exigencias, mentiras o negociación.
  • Los debería: En esta distorsión, la persona se comporta de acuerdo a unas reglas inflexibles que a su juicio «deberían» regir la conducta de todas las personas. Las palabras que indican la presencia de esta distorsión son debería, habría de, o tendría. No sólo son los demás quienes son juzgados, sino que también la persona se hace sufrir a sí misma con los debería.
  • Falacia de recompensa divina: La persona tiende a pensar que las situaciones se resolverán de manera mágica, si actúa de cierta manera considerada «correcta», por lo que realiza grandes esfuerzos y sacrificios, que supone serán valorados algún día.

Aunque en algunos casos, una persona podría ayudarse a sí misma y superar algunos de estos modos de razonamiento inadecuado, lo típico es que la mayoria de la gente se quede atrapada en un circuito recursivo de recurvididad y autoengaño. Por esto, se requiere, preferiblemente, la ayuda de un orientador o un psicólogo entrenado, capaz de abordar estos y otros errores de interpretación, con técnicas psicológicas y ,ás específicamente, con técnicas entre las que figura la llamada reestructuración cognitiva.

La reestructuración cognitiva, es un abordaje terapéutico, que permite la detección de las distorsiones, su análisis y confrontación o debate racional, así como su modificación o sustitución por formas más adecuadas o adaptadas a las reglas del entorno y a nuestros valores y objetivos. La reestructuración cognitiva es un proceso de descubrimiento guiado, que se sirve de la técnica comunicacional conocida como dialogo socrático, así como de una colaboración activa y voluntaria por parte del asesorado. Gracias por leerme.

Renny Yagosesky es
Ph.D y MSc. en Psicología, Lic. en Comunicación Social, Conferencista y Escritor

Nota: Si va a citar parcial o totalmente este artículo, recuerde citar el autor y la fuente.

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