Dr. Renny Yagosesky //
Aunque a todos los seres humanos, nos gustaría sentirnos aceptados, adecuados y normales, no todos logran encajar en sus ámbitos de vida, afrontar diversas situaciones de cambio, pérdida o frustración, mantener el control sobre sus pensamientos, emociones y acciones. En ocasiones se ven rebasados por las circunstancias y sufren transformaciones que pueden complicar su funcionamiento normal.
Sin embargo, tendemos a ver estas situaciones como pasajeras, a no prestarles la debida atención, a negarlas o a minimizarlas, con lo cual complicamos panorama y colaboramos con una problemática que puede y debe ser superada, pues la mayoría de las veces lo que no se resuelve tiende a agravarse. Para resolver el problema, como ya supondrán, es necesario detectarlo, reconocerlo, descubrirlo o diagnosticarlo.
Aclaremos algo: toda conducta resulta denominada “anormal”, lo es únicamente a los ojos de una comunidad científica o social determinada. Por eso, el diagnóstico será siempre relativo a los valores y conocimientos de esa colectividad. Por ejemplo, matar, en tiempos de guerra, puede ser una conducta estimulada y avalada, pero matar en una localidad en paz, es penado por la ley como un acto criminal grave que contempla sanciones de cárcel o pena de muerte. La conducta sensual de una mujer puede ser vista como subversiva o pecaminosa por cierta religión, y ser a la vez tolerada por otra. Así, lo que podría ser considerado normal en un lugar, resulta anormal en otros.
También lo que se tipifica de anormal en una época puede dejar de verse así en otra, como ocurrió con la homosexualidad, que tenía estigma de enfermedad en el manual de diagnóstico de enfermedades Psiquiátricas de Estados Unidos y luego fue sacada de allí y considerada una manera diferente de disfrutar la sexualidad.
La “conducta anormal” es aquella conducta o patrón de conductas, que afecta la capacidad de adaptación social y la eficacia cotidiana de la persona afectada, y suele ir a contra flujo de las normas socioculturales o las pautas clínicas aceptadas.
Visto con algo más de rigor, Richard Halgin y Susan Krauss Whitbourne, consideran que existen cuatro criterios para reconocer la conducta anormal: La Perturbación, el deterioro, el riesgo y la conducta antisocial.
La «Perturbación» se refiere a la evidencia de que la persona experimenta sufrimiento o dolor frecuente, lo que indica una alteración de equilibrio orgánico o psicológico que se hace relativamente común. Un dolor de cabeza constante, caída inusual del cabello, insomnio recurrente o llanto frecuente sin razón aparente, son ejemplos descriptivos de este indicador.
El “Deterioro”, se refiere a la evidencia de una disminución de la capacidad de la persona para funcionar de manera eficaz en una o varias áreas de su vida. Lo que antes le resultaba fácil o sencillo de realizar, ahora se ve bloqueado dificultado o imposible de realizar. Es así como vemos que una persona puede comenzar a fallar en el trabajo, a producirse accidentes, o a sabotearse logros que en otro momento hubiese alcanzado.
El “Riesgo” es uno de los factores más descriptivos y delicados como indicador para reconocer la conducta anormal, por cuanto se refiere a la peligrosidad que la persona representa para sí misma o para los demás. Se conocen, por ejemplo, casos de aparición de episodios de violencia doméstica por efecto de celos enfermizos, o de intentos de suicidio por dificultades económicas. Posturas extremas que generan peligro para el individuo o el grupo familiar.
La «Antisocialidad», de acuerdo con la cual se puede observar que la persona despliega conductas que son cultural o socialmente inadecuadas, rechazadas o inaceptables. Comportamientos como hacer necesidades fisiológicas en público, perturbar de manera recurrente la paz de los demás, dañar o robar los bienes ajenos, son algunos ejemplos de formas antisociales de conducta que al hacerse frecuentes revelan pautas disfuncionales y anormales que deben atenderse sin dilación.
Como vemos, hay algunos factores que nos permiten reconocer los comportamientos inadecuados, cuyas causas son invariablemente mixtas, de tipo biológico, psicológico y cultural.
Si una persona tiene presunciones de que su conducta pudiera resultar anormal, puede acudir al método del auto-registro, una técnica de modificación conductual que pretende favorecer el autoconocimiento y la autoconsciencia de los sujetos, para que determinen con claridad las conductas inadecuadas que requieren o desean modificar. La metodología consiste en anotar en formatos preestablecidos, los detalles de la conducta “blanco”, “disfuncional”, o “problema”, con la mayor cantidad de detalles posibles, y proceder, posteriormente, al análisis los datos y al diseño o elección de la metodología o protocolo de cambio más adecuado y eficaz. Esta elección puede realizarse de manera autónoma o preferiblemente con la ayuda de un psicoterapeuta capacitado.
Dice el refrán popular que es más fácil limpiar la olla cuando todavía está caliente. Actuar de manera preventiva, y buscar apoyo curativo revela inteligencia y amor propio. Gracias por leerme.
Renny Yagosesky es Ph.D y MSc. en Psicología,
Lic. en Comunicación Social, Conferencista y Escritor
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