LA AUTOESTIMA DE LA MUJER

Dr. Renny  Yagosesky

La lucha que muchas mujeres vienen librando desde hace siglos, no puede esconderse o negarse. En numerosos lugares y tiempos, se les ha empujado a un espacio reducido, se les ha querido mantener en un sitial inferior y se les ha lastimado de todas las formas posibles, limitando sus derechos fundamentales.

A pesar de esta carga histórica y sociocultural, las mujeres han batallado de manera persistente, para poder emanciparse y lograr un justo reconocimiento de sus cualidades y méritos.

Ya en tiempos postmodernos, los estigmas femeninos han ido perdiendo peso y podría decirse que la mujer vive, comparativamente, su mejor momento. Se han ampliado sus roles, al punto de estar implicadas y en niveles de mando antes impensables, y en casi todos los escenarios de la realidad social: en las ciencias, el arte la política e incluso en el mundo militar.

Es interesante señalar tres hitos históricos, que elevaron el nivel participación y respetabilidad de la mujer en el mundo entero: el derecho al voto, el uso de métodos anticonceptivos y su ingreso pleno al mundo laboral.

No es exagerado decir que la mujer de hoy es diferente. Su cerebro tiene una carga más alta de testosterona, su grado de autonomía económica es mucho mayor y su rango de influencia social está en su punto máximo.

Sin embargo, crecer en sociedades claramente patriarcales, crea un conflicto interno en la mente femenina. Como ha dicho Doris Bersing: “cada mujer debe ser consciente de sus capacidades y de sus decisiones, para poder rebasar los patrones y estereotipos socioculturales que le han sido inculcados por padres, instituciones y personas influyentes, y que han servido para esclavizarla y obligarla a vivir en la desvalorización y la indignidad”.

Para Bersing, es necesario romper los condicionamientos de la infancia, que se han hecho “normales”, a través de la repetición sistemática de mensajes insanos y estereotipados sobre lo que significa ser mujer. Ideas como la necesidad de ser bellas y adaptables, de casarse, tener hijos, ganar aprobación, sacrificarse por los demás, cumplir ciertos roles sociales que otros le han asignado, reprimir sus anhelos individuales a autoengañarse, a no arriesgarse, a encerrarse en rutinas y renunciar a sus legítimos derechos, configura finalmente, una enajenación, una vida falsamente feliz, una existencia prestada, que es ajena a sus necesidades reales. Es evidente que, para una mayoría de mujeres, las consecuencias no pueden ser otras que frustración, culpa, soledad, enfermedad.

Siendo así, se hace necesario para la mujer recuperar su amor propio, para superar frustraciones y resentimientos y no pasar sus años en la victimización o la rebeldía. Y no se trata de construir compensaciones, de convertirse en las 4×4, de ser súper mujeres que imiten la conducta testosterónica de los hombres. No.

El camino de cambio que propone Bersing es revisarse para descubrir las necesidades verdaderas y los patrones mentales, emocionales y conductuales que se están asumiendo, para arribar a una nueva manera de vivir y sentir. Es un cambio de mapa, de ruta y de destino.

Se trata de iniciar o retomar un rumbo satisfactorio y coherente, de acabar con las excusas, de ordenar la vida, de buscar equilibrio, de crear una vida de calidad acorde con los sueños personales y no con las expectativas sociales.

Se trata de asumir riesgos y de alcanzar logros reales, de vivir con más confianza y más alegría, con más autenticidad y menos apariencias, con más flexibilidad y menos rigidez, con más presente y menos pasado, con más aceptación y menos culpa.

Creo, como Bersing, que la mujer porta una esencia múltiple, que le permite ser: sensual, tierna, laboriosa, audaz, tenaz, competitiva. Aunque ese potencial demanda determinación, acción, trabajo interno. De modo que, para realzar la autoestima, estas son las recomendaciones para esas mujeres que buscan encender sus antorchas y hacerse sentir:

  • – Asumir responsabilidad personal y aceptar que lo que nos sucede, deriva de lo que hacemos o lo que evadimos.
  • – Superar la tendencia a culparse y culpar.
  • – Crear un nuevo lenguaje mental y verbal del tipo “yo puedo”, “yo valgo” y “yo merezco.”
  • – Aceptar que existen nuevas y mejores posibilidades acordes con sus capacidades.
  • – Asumir que el cambio emana de la conciencia, la confianza, la responsabilidad y la voluntad.
  • – Vigilar los pensamientos, sentimientos, palabras y hábitos, para no sabotearse.
  • – Revisar las normas y valores sociales que se siguen, para aceptar o descartar según sea el caso.
  • – Replantearse qué se dejará y qué se cambiará de la vida actual.
  • – Superar la queja y la crítica, y actuar de manera innovadora.
  • – Retar al temor, con fe en que existe la posibilidad de cambiar.
  • – Perdonar y superar resentimientos.
  • – Implementar una forma de vida más humana y espiritualizada.

Así, trabajando desde adentro, de la subjetividad a la acción renovada, será posible renacer a una vida digna, con un margen cada vez mayor de control de el propio mundo. O nos quedamos o avanzamos. Cada decisión tiene consecuencias que deben asumirse sin remordimientos, alharacas o quejas.

Que se entienda que lo que somos, hacemos y tenemos, depende casi siempre de las decisiones personales. Por eso, más que cambiar el mundo, debemos cambiar primero nuestro propio mundo. Mujeres del mundo, a elevar la autoestima. Gracias por leerme

Dr. Renny Yagosesky
Ph.D en Psicología, Conferencista Internacional, Escritor

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