IMPACTO PSICOLÓGICO DE LA AMPUTACIÓN DE UN MIEMBRO

Dr. Renny Yagosesky


Aunque la vida es una de experiencias potencialmente maravillosas, puede ocurrir que nos toque afrontar situaciones indeseadas y críticas que impactan nuestro cuerpo y modifican la manera como funcionamos en el mundo. Así ocurre cuando nos enfrentamos a la noticia de perder un miembro por amputación.

Desde el punto de vista clínico, la amputación es un procedimiento quirúrgico que implica la remoción total o parcial de un miembro o de una parte del cuerpo. Suele realizarse con la intención de tratar una enfermedad o una lesión grave en la cual la parte afectada no responde a tratamientos médicos previos y pasa a ser una amenaza para la salud, el bienestar o la vida del paciente.

Los casos más frecuentes que derivan en este procedimiento radical son: enfermedades infecciones severas, traumatismos extremos como accidentes laborales, deportivos o de tránsito, quemaduras, tumores óseos o de tejidos blandos y malformaciones congénitas.

La experiencia de perder una parte del cuerpo, aunque sea con la justificación de salvar la vida, no deja de tener un fuerte impacto psicológico que se experimenta como baja autoestima, crisis de identidad, pensamientos de auto rechazo, respuestas emocionales como ira, frustración, culpa, ansiedad y depresión, así como conflicto existencial y conductas de aislamiento, entre otras manifestaciones.

También afecta su funcionamiento social, pues impacta sus relaciones interpersonales, debido a que el contacto social puede producirle incomodidad y tensión con base en la idea de que ya no es como antes o que será visto como alguien inferior, inferior o incapaz.

Además, aunque muchos piensan en rendirse y hasta en dejar de vivir, esta circunstancia sobrevenida demanda de la persona que vive esta experiencia, gran fortaleza mental y coraje, ya que en la mayoría de los casos deberá enfrentar un periodo de rehabilitación y readaptación, pues ahora ve limitada su capacidad para realizar tareas cotidianas y actividades que antes eran sencillas, pero ahora reducen su autonomía funcional. Se ve en la obligación de no rendirse y de activar recursos como determinación, motivación y fuerza de voluntad.

En algunos casos, el uso de apoyos tecnocientíficos como las prótesis o las extremidades artificiales, resultan ser una solución útil, un alivio que aligerará en parte la carga en las actividades cotidianas de quienes han perdido dedos, brazos, piernas u otras partes del cuerpo.

Para poder recuperarse, además del uso de prótesis facilitadoras y la aceptación incondicional del evento y sus consecuencias, el factor más eficaz es el apoyo emocional. Cuando una persona recién amputada cuenta con el respaldo de parientes, pareja o amigos aumentan sus posibilidades de aceptarse y readaptarse más rápidamente. También resulta fundamental el tema de la relación terapéutica que, como se ha probado en las investigaciones, es un factor principalísimo en la reducción del tiempo de superación de estos eventos traumáticos.

Desde una óptica realista, se debe entender que cada persona es única y su manera de responder a los eventos es particular, por lo que no se debe contar con una visión estandarizada sino más bien flexible en cada tratamiento.

Valoremos cada parte de nuestro cuerpo, pues pieza por pieza el cuerpo humano es una auténtica maravilla regida por un cerebro prodigioso conformado por unas 86.000 neuronas que trabajan con eficiencia para que podamos tomarnos un café, bailar, escribir u libro, abrazar a los hijos o correr en una competencia de maratón.

El Dr. Renny Yagosesky es PhD y MSc. en Psicología, Conferencista y Escritor

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