Dr. Renny Yagosesky
Una de las ficciones de mayor impacto y duración que ha recogido la historia humana, es la ficción de la existencia del pasado y del futuro, como si se tratara de entidades reales y no mentales, como realmente son. Esto nos ha llevado a vivir de recuerdos y anhelos y a perdernos lo que Eckhart Tolle llama “El Poder del Ahora».
Podría decirse que, a su manera, todas las personas quieren ser felices, pero a pesar de ese deseo, lo cierto es que la gran mayoría sufre de manera intensa y reiterada. Y la sede de esos sufrimientos, parece ser el propio pensamiento.
Esta idea, ya planteada por sabios de todos los tiempos, es explicada por un brillante pensador espiritual, Eckhart Tolle, con gran claridad y sencillez, en su libro “El Poder del Ahora”. Presentaré aquí algunas de ideas que él ha expuesto y que antes fueron presentadas, entre otros, por los grandes maestros del Budismo Zen.
Que los pensamientos son la causa del sufrimiento, y no los hechos como tendemos a creer, ya fue dicho por Epícteto hace centurias. Este filósofo consideraba que lo que perturba a las personas no son los eventos, sino las opiniones o interpretaciones que se tienen acerca de de dichos eventos. Así, serían los prejuicios y suposiciones, lo que nos genera tristeza, rabia, temor o culpa.
Si aceptamos esto como cierto, significa que podemos mejorar nuestras vidas al poner atención y modificar lo que ocurre en nuestra mente. La respuesta que buscamos afuera, siempre ha estado adentro.
De manera que para reducir o detener el hábito de sufrir, es necesario observarnos, escucharnos y conocer las pautas mentales que nos hacen reaccionar como lo hacemos. Decía Yogananda, místico hindú: “No entregues toda la energía al mundo exterior. Deja algo de atención en ti, mientras haces lo que haces”.
Una de esas pautas recurrentes que deben ser modificadas, es la que sugiere la existencia del pasado y del futuro, como estados reales, a pesar de que nada de lo que hacemos puede ocurrir ni en el pasado ni en el futuro. todo, esto es un hecho, sucede en el aquí y en el ahora.
El pasado fue y el futro no ha sido. El pasado llega como recuero (mente) y el futuro como anticipación (mente). Sólo pensamientos pero los tratamos como realidades. Sólo tenemos un presente, diario y permanente. Como dijo Osho: “Los pensamientos no son nada, y las palabras sólo son aire”.
Al concientizar esto, se rompe un gran condicionamiento y puede saltarse a otro nivel de consciencia, en el cual la vida se hace más real y adquirimos una mayor influencia en nuestros pensamientos, emociones, conductas y resultados.
Sin embargo, como ya puede anticiparse, intentar un cambio de esta magnitud, producirá una natural resistencia interior. Nuestra propia mente intentará engañarnos y mantener sus hábitos. Para enfrentar esto, no debemos identificarnos con esos pensamientos que intentan mantenernos atrapados en recuerdos y futurizaciones.
Podemos saber si estamos atrapados en el pasado mental, al descubrirnos pensando en lo ya vivido, extrañándolo y huyendo del presente. También, cuando creemos que el pasado era mejor. Sabemos si estamos atrapados en el futuro mental, cuando idealizamos el mañana, o hacemos algo sin amor ni disfrute, pues contamos con que vendrá un futuro mejor. No hay pasado sino evocación del pasado. No existe futuro, sino imaginación de futuro. Sólo hay un hoy para vivir, disfrutar o aprender. Ayer y mañana son conceptos, engaños que hemos aceptado por siglos, sin revisión crítica.
Y tal y como hay pensamientos, hay emociones. Las vemos como algo muy real. Pero casi siempre, cada emoción surge debido a un pensamiento. Apenas se tiene una idea en la mente y aparecen emociones y sensaciones en el cuerpo. Y todo es pasajero.
La manera de poder sacar provecho del presente, es observando los pensamientos y las emociones sin identificarse demasiado con ellos, pues se basan, casi siempre, en recuerdos y en expectativas. Para estar más conscientes del momento presente, conviene preguntarse ¿Esto que me incomoda o me aqueja es algo real o es solo un pensamiento?
Esos pensamientos y emociones nos dan cierto sentido de identidad. Así, podemos identificarnos con ellos y decirnos “Yo soy así”, y al asumir como algo fijo esas ideas y esas emociones, les damos vida como si fueran algo estable y real. Esas creencias sobre ti, la manera como te describes, todo lo que consideras ser y que defiendes ardorosamente, es lo que se denomina en el marco espiritual el “ego”. En palabras de Eckhart Tolle, el ego es una personalidad conceptual que creamos y con la cual desarrollamos una relación como si fuera algo real, como si fuésemos nosotros. Es un “yo externo” que confundimos con nuestro verdadero Ser, que es espiritual.
Todo el sufrimiento humano se basa en esa personalidad conceptual, en ideas como: “soy importante” “no deberían tratarme así”, “la gente debería cambiar”, “la vida es difícil”, “la gente es mala”, “los hombres son una basura”, etc. Desde esos conceptos (sólo son eso) desplegamos emociones y acciones. Creemos que debemos reaccionar ante cada ofensa a esa imagen mental y creamos conflictos a diario. Diseñamos una historia sobre lo que somos, (ideas, creencias, interpretaciones) y a partir de ella, dramatizamos, odiamos, competimos e incluso enfermamos, a pesar de qwue cada año casi la totalidad de nuestro cuerpo es nuevo pues las células han cambiado, pero no los patrones viciados de pensamiento.
Esas memorias llenas de sufrimiento que se cristalizan en la mente, y crean lo que Miguel Ruiz ha llamado “la mente herida” y el mismo Tolle denomina “el cuerpo del dolor”, que es una formación energética de recuerdos, que es parte del ego y que busca activarse, actualizarse, recargarse, y lo hace a través de mecanismos primitivos como engañarse, compararse, tener razón, y pelear.
Podemos recordar e imaginar; estas capacidades tienen su papel en el día a día, pero no debemos identificarse con un mundo ficticio, falso, irreal, como el mundo de los pensamientos. Es necesario sentir la experiencia de la vida, desde el cuerpo, sin ponerle a todo una etiqueta, sin asociarlo todo con lo pasado o con el futuro. Cuando estamos en una situación de emergencia, cuando tenemos un orgasmo, cuando estamos ejercitando el cuerpo intensamente, cuando realizamos un trabajo creativo, en esos casos no pensamos, y sin embargo nos sentimos muy vivos.
Salgamos de la mente, aprendamos a tener experiencias más directas más allá de los conceptos. Vivamos más el momento actual, y los problemas se reducirán, se resolverán o dejarán de afectarnos. Esto sucede pues vaciamos la vida de la ficción de las interpretaciones que producen dolor. Más que un ego rígido y definido, somos una conciencia dinámica y fluida conectada con todo cuanto nos rodea. Lo sabían los antiguos y lo sabe ahora la ciencia física. Y esa conciencia, debe decirse, es lo más cercano que tenemos a la felicidad y a Dios. Gracias por leerme.
El Dr. Renny Yagosesky es Ph.D y MSc. en Psicología, Lic. en Comunicación Social, Conferencista y Escritor