Dr. Renny Yagosesky ///
Se acepta como un hecho hoy en día, que el ser humano es un ser integral que tiene una dimensión corporal, una mental y una espiritual. Mucho se sabe sobre el desarrollo de lo corporal y de lo mental, pero poco de ese lado inmaterial. ¿Cómo evolucionar o recorrer ese camino espiritual?. Siga leyendo.
En el mundo actual, pleno de información novedosa de base científica, se acepta cada vez más como una verdad, que el ser humano es multidimensional y complejo, y que además de cuerpo y mente, vive experiencias que responden a una dimensión no física, un lado “espiritual.”
Ahora es relativamente fácil conocer y predecir los procesos de desarrollo físico de un individuo, pues el conocimiento de las funciones corporales, incluido el cerebro, ya han sido develados. Asimismo, la psicología cognitiva y la neurociencia han mostrado la relación mente-cuerpo-cerebro-emociones, y las distintas maneras como esas variables interactúan.
El lado espiritual, sin embargo, se resiste a la investigación objetiva y nos mantiene un limbo entre el conocimiento racional y la fe. Religiones y ciertas disciplinas esotéricas se han esforzado desde hace siglos para mostrarnos los beneficios de conocer y recorrer “el camino espiritual”. Se nos ha dicho que esa es la senda para acceder a niveles más elevados de consciencia, que permiten reducir el sufrimiento y vivir una vida más plena y saludable y satisfactoria.
Como señala Gill Edwards, el camino espiritual no consiste en meditar ocho horas al día, comer arroz integral o hacer votos de abstinencia. Significa llegar a ser una persona armónica, afable y cálida; comprenderse a sí mismo, ser responsable y esforzarse por convertirse en todo aquello que uno puede ser».
En mi opinión, el camino espiritual es el recorrido que hacemos por una serie de principios y prácticas, que nos permiten comprender de formas menos conceptuales y más vivenciales, que provenimos de una fuente común que algunos llaman Dios; que todos estamos relacionados y que nos afectamos mutuamente con cada pensamiento, palabra o acto; que nacer y vivir tiene un sentido; que tenemos un propósito en la experiencia transitoria que llamamos vida; que somos mucho más que un cuerpo que nace y muere, o un montón de creencias que cambian, y que no hay nada que ocurra por obra de la casualidad. Ser espiritual, es agradecer todo lo que se experimenta, se hace o se tiene; es estar conscientes de que poseemos un enorme poder para crear, comprender, tolerar, amar, dar y perdonar.
La práctica de la espiritualidad no es algo exclusivo de una Iglesia o una religión. Es una manera de vivir cada momento y cada día. Ha dicho Sai Baba, desaparecido gurú de la India, que la persona espiritual es aquella que no se considera dueña de las cosas que toca, la que sabe vivir con fe y dominar «las seis pasiones»: la lascivia, la cólera, la codicia, el deseo, el orgullo y el odio.
Por su parte, Deepak Chopra, ve la espiritualidad como la combinación de tres grandes intenciones: buscar la verdad, reverenciar a Dios y servir al prójimo. La búsqueda de la verdad implica descubrir nuestro propósito (qué somos, a dónde vamos, para qué venimos, cuánto tiempo estaremos aquí). La reverencia a Dios trata sobre aceptar que existe un Inteligencia Superior, una Consciencia rectora de nuestros destinos, que podemos contactar a través del silencio, la meditación y la oración. También, saber aceptar que no somos el centro de todo, sino parte del todo, por lo que no cabría aquí más que humildad, por sabernos seres privilegiados y no pequeños humanos abandonados a su suerte; y el servicio, tiene que ver con ayudar a los que tienen menos; vivir desde la caridad y la compasión por los débiles e ignorantes, pues todo proviene de la naturaleza, y nada es verdaderamente nuestro.
No se es espiritual por ir a templos o iglesias y cantar, rezar o leer libros religiosos. Eso no es lo que significa. Además, seguir un camino espiritual no impide divertirse, bailar o experimentar el cuerpo. Sentir es algo legítimo, siempre que la diversión no sea una evasión de nosotros mismos. Ser espirituales no riñe con vivir en el mundo, aunque un ser espiritual impide que el mundo lo controle.
Finalmente, el sabio Gurdjieff nos dice que el camino espiritual solo lo recorren personas comprometidas con superarse, que ya han dejado atrás las excusas. Como diría Nisargadatta, aquellos que tienen seriedad y sinceridad. Gracias por leerme.
Renny Yagosesky es Ph.D y MSc. en Psicología, Conferencista y Escritor