Dr. Renny Yagosesky
Todo lo que una persona logra en su vida social tiene, en mayor o menor medida, la influencia de quienes le rodean.
Desde nuestro nacimiento, pasando por procesos importantes como la educación y la socialización, contamos siempre con el apoyo de otros, de quienes obtenemos compañía, apoyo, afecto, placer y otros beneficios.
Padres, hermanos, amigos, compañeros de trabajo y vecinos, forman parte de nuestra red, de lo que somos, sentimos, decimos y hacemos, aunque no seamos muy conscientes de ello.
Debido a esa baja conciencia, dejamos de ver a los demás como partes importantes de nuestra existencia, como entes valiosos y necesarios, y optamos por elegir formas de vinculación que son excluyentes, frías, pragmáticas y competitivas, que nos llevan más al conflicto que a la armonía y más a la soledad y al rechazo que a la aceptación y la integración.
Las elevadas cifras de divorcios en las parejas y de rupturas de sociedades comerciales, testimonian la existencia de cierta dificultad, resistencia o incapacidad humana para establecer relaciones positivas.
Vista en el contexto humano, una relación es una conexión, una forma de contacto entre dos o más personas que intercambian información, percepciones y emociones. Decimos que esa relación es positiva cuando tiene consecuencias evolutivas, es decir, cuando favorece el logro de nuestros objetivos, reafirma nuestros valores y beneficia nuestro bienestar general.
Para poder establecer vínculos favorables, necesitamos desarrollar habilidades cognitivas, comunicacionales, emocionales. En el marco de las habilidades cognitivas, requerimos superar la tendencia al prejuicio, al utilitarismo, al etiquetamiento y a la generalización.
Los prejuicios nos hacen sacar conclusiones “a priori” acerca de las personas, en contra de los hechos objetivos. Es importante observar las evidencias, en vez de guiarse por chismes o impresiones fugaces.
El utilitarismo se refiere a la costumbre de buscar el apoyo de otros, solo cuando los necesitamos, para después ignorarlos, o trataros de manera fría y práctica, y usarlos mientras nos sirven. este esquema de trato refleja falta de entendimiento de lo que es la empatía, el valor del afecto, la estabilidad y la reciprocidad de los vínculos. Asimismo, evidencia poca consciencia del otro y de sus sentimientos, y pobres valores sociales y humanos.
Etiquetar a las personas nos limita, congela nuestro modo de verlas y nos impide tener una visión amplia y flexible de los demás. La psicología ha probado que respondemos a las expectativas, lo cual significa que si usted piensa que su hijo o su empleado son mediocres, tenderá a crear las condiciones para que se cumpla esa predicción y minimizará lo que pueda contradecirla. Igual ocurre con las expectativas positivas: si espera de las personas lo mejor, ellas se esforzarán en alcanzar ese tope.
Sin embargo no debemos generalizar ni irnos de bruces. Si alguien no nos responde hoy, no significa que hará lo mismo mañana. Un comportamiento no define de manera amplia una personalidad. Una experiencia no es necesariamente una regla. Aunque a veces es cierto que notamos en algunos, modos estandarizados y limitantes de proceder.
Debemos superar la tendencia egocéntrica que nos hace insensibles, egoístas, caprichosos y dominantes.
Creernos mejores o superiores nos induce a subestimar a los demás de diverso modo. De esta tendencia nacen actitudes y conductas como: envidia, celos, victimización, crítica y agresividad. Jugamos a tener razón y a pensar que los otros son culpables y nosotros inocentes.
Creernos mejores o superiores nos induce a subestimar a los demás de diverso modo. De esta tendencia nacen actitudes y conductas como: envidia, celos, victimización, crítica y agresividad. Queremos tener siempre la razón y nos gusta pensar que los otros están errados y son culpables y nosotros somos acertados y además inocentes.
Recordemos que las personas sienten y tienen expectativas acerca de nosotros. Seamos sensibles a las necesidades afectivas de los demás. Esta es clave muy valiosa para gestar buenas relaciones.
Otro factor de peso es aprender a controlar las emociones. Nadie respeta a la gente descontrolada. Si explota usted ante el mínimo desacuerdo, causará temor y será percibido como persona inmadura. Además bloqueará la comunicación y las personas terminarán evitándole. Recuerde que como señaló el sabio Epícteto: “Las personas no se perturban por lo que les sucede, sino por lo que piensan acerca de lo que les sucede”. Nosotros somos los responsables principales de nuestras reacciones emocionales.
Para mejorar la comunicación debemos saber escuchar y saber expresarnos. Saber escuchar significa prestar atención consciente y voluntaria a lo que otro dice, sin afanarse en interrumpirle, dominarlo o llevarle la contraria. Incluso cuando pensamos de manera diferente a los demás, es posible encontrar un punto medio que combine, sinceridad y amabilidad, pues como alguien dijo alguna vez:”la verdad sin compasión es agresión”.
En resumen, una relación positiva, es la que nos favorede nuestra evolución, genera satisfacción y/o apoya el logro de neustros objetivos. Su punto de partida es una buena relación con nosotros mismos, sobre la base de una sana autoestima (conocerse, aceptarse y valorarse), para desde alli, facilitar los vínculos con nuestros semejantes, que en lo ideal, deberán promover la alegría, la armonía y la prosperidad, y no la inseguridad, la dominación y la subestimación del prójimo. Si vamos a estar rodeados de personas, nada mejor que estar bien con ellas. Gracias por leerme.
El Dr. Renny Yagosesky es Ph.D y MSc. en Psicología, Conferencista y Escritor :
Twitter e Instagram: @DoctorRenny